El responsable del estudio de precios, Miguel Ángel Pascual, detalla en el podcast cuáles son los alimentos y productos que más se han encarecido. “Las subidas más fuertes las hemos encontrado en el café molido mezcla, los plátanos de Canarias con un 35,9%, los limones con un 33% o los huevos... los de tamaño M con un 29,8%.”
El experto añade que el cacao y el chocolate también están entre los productos con mayores incrementos. “Todo lo que tenga que ver con el cacao también ha subido mucho. Ahora mismo son el doble de caros que hace cuatro años.”
Estas cifras confirman una tendencia que ya venía observándose desde 2022: el encarecimiento sostenido de los productos básicos y frescos.
Los más sensibles a las variaciones
Entre los alimentos más afectados, la OCU señala tres grupos principales. En primer lugar, las frutas frescas, muy expuestas a los cambios de temperatura y a las sequías, que han disparado los precios de productos tan comunes como los plátanos o los limones.
En segundo lugar, los huevos, cuyo aumento cercano al 30% responde al encarecimiento de los piensos, la electricidad y el transporte. Y, por último, el café y el cacao, materias primas importadas que arrastran fuertes oscilaciones internacionales y se ven muy influidas por la especulación y los problemas logísticos.
El papel del supermercado en el gasto final
Uno de los hallazgos más relevantes del informe es que la elección del supermercado puede suponer una diferencia significativa en el gasto anual. Pascual explica que “no solo hay productos que suben más o menos, sino que comprar en una u otra cadena puede suponer cientos de euros de diferencia al año”.
En resumen, la clave está en comprar con cabeza, comparar y planificar. El consumidor que conoce los precios, se organiza y elige bien dónde comprar puede amortiguar los efectos de la inflación alimentaria. Como resume la propia OCU, “no se trata de dejar de consumir, sino de hacerlo con inteligencia.”
Recomendaciones para ahorrar
Desde la OCU recomiendan comparar precios entre cadenas, aprovechar las promociones reales y planificar las compras semanales. Además, insisten en que apostar por productos de temporada y evitar el desperdicio alimentario son estrategias eficaces para reducir el gasto.
La OCU también recuerda que las marcas blancas continúan siendo una alternativa válida para controlar el presupuesto. Aunque en algunos productos la diferencia de precio con las marcas líderes se ha reducido, en categorías como limpieza, droguería o alimentación seca, el ahorro sigue siendo significativo sin perder calidad.
Otra recomendación práctica es adaptar los menús al contexto económico. Sustituir proteínas animales caras, como la carne roja o el pescado azul, por legumbres, huevos o pollo, puede reducir notablemente el coste sin comprometer el valor nutricional. Cocinar en casa y preparar grandes cantidades para varios días también permite aprovechar mejor el tiempo y la energía.
Por último, la OCU pone el foco en un enemigo silencioso del ahorro: el desperdicio alimentario. En el Estado, cada hogar tira de media más de 25 kilos de comida al año. Aprovechar las sobras, congelar porciones y controlar las fechas de caducidad son gestos sencillos que, además de reducir el impacto ambiental, suponen un ahorro directo en el bolsillo.