El culto al producto, de calidad, es el eje de la cocina de El Abra, donde cada plato se elabora poniendo el foco en el género seleccionado del que se abastecen, sin florituras en cuanto a técnicas ni emplatados. Así, los pescados salvajes se trabajan siguiendo recetas tradicionales, y las carnes, de ganado mayor, apuestan por el solomillo y el chuletón.
En esta línea, las recomendaciones de la casa apuntan al bacalao a la vizcaina, la merluza en salsa verde o rellena de centollo con salsa americana y el rape a la espalda con patata panadera y su refrito a la bilbaina.
En el capítulo de la repostería optan por recetas caseras a tono con su estilo de cocina. Igualmente, la bodega armoniza con cada receta centrándose en distintas D.O. pero con prevalencia de los vinos de Rioja.
También en la decoración huyen de la estridencias, manteniéndose fieles a su estilo clásico, que ya lucía el restaurante cuando abrió sus puertas en 1987 y que ha sido actualizado con el paso del tiempo. En concreto, la última remodelación de algunos detalles en piedra y la iluminación ha tenido lugar recientemente para poner el restaurante al día.
El Abra dispone de un comedor principal interior, para unos 48 comensales máximo, y otro más informal a la entrada del establecimiento, con capacidad para unas 25/30 personas.
Además de la carta, brinda cuatro menús degustación entre semana y el fin de semana, y un menú especial de martes a viernes. Así, da respuesta en Portugalete, muy cerca del Puente Colgante, a una clientela fiel, que aprecia el trato familiar y cercano. Ello incluso en eventos como bautizos, comuniones... adaptados a su aforo.