La consecución de su primer título con la selección argentina absoluta nada menos que frente a Brasil, el eterno rival de la albiceleste, en su santuario de Maracaná y en una Copa América que se terminó disputando contra todo pronóstico ha aplacado casi todas las ansiedades de Lionel Messi. Y ese punto mental ha servido para espantar definitivamente las dudas sobre su futuro. El astro futbolístico seguirá ligado al Barcelona por las cinco próximas campañas, con una cláusula de rescisión de 600 millones de euros, y lo más importante, con una rebaja del 50 por cien de su salario, que ascendía a unos 138 millones brutos por temporada.

Este es el principio de acuerdo alcanzado entre los representantes de una y otra parte, aunque la resolución final está pendiente de la obligación que tiene el club azulgrana de rebajar de la masa salarial de la plantilla en 200 millones de euros, reducción a la que el propio jugador contribuye con el nuevo contrato. A sus 34 años, y desde los 13 ligado al Barça, parecía inconcebible otro desenlace en esta fantástica relación, aunque hace un año el divorcio estuvo a punto de consumarse por la mala relación del crack entre club y jugador, que pese a su enorme cláusula se da por hecho que mantendrá los planes confesados por Messi el pasado verano. Tras un par de temporadas bajo la disciplina azulgrana, su deseo es vivir la experiencia del fútbol estadounidense, probablemente en Miami, a donde se dirigió ayer miércoles junto a su familia de vacaciones, y después regresar a can Barça para ejercer de asesor, embajador plenipotenciario o lo que ambas partes estimen oportuno.

Aunque la mitad de sueldo que recibía Messi sigue siendo una cantidad enorme, y más para un momento crítico como el actual, lo que generaba Messi económicamente doblaba las cifras de sus emolumentos, circunstancia que asegura el negocio financiero, es un reclamo de enorme prestigio para el mercado internacional y un espectáculo futbolístico garantizado, aunque se intuya la proximidad del declive por una cuestión de edad.

Trueque Griezmann-Saúl

Los gestores del Barça llevan tiempo intentando encajar el nuevo contrato de Lionel Messi con las obligaciones del fair play financiero, requisito que ha dejado muy claro Javier Tebas, el presidente de LaLiga, pese a su enorme interés en mantener al número uno para la mejor venta del producto en el ámbito internacional.

El club azulgrana le ha ofrecido la carta de libertad al defensa francés Samuel Umtiti y al centrocampista bosnio Miralem Pjanic con el fin de liberar dos de sus fichas altas, aunque de momento ambos jugadores no se dan por aludidos porque, aunque tengan escasas oportunidades de jugar, es complicado que en otro club les ofrezcan los salarios del Barça.

Sí parece probable en cambio la salida de Antoine Griezmann, que gana 21 millones anuales, mediante un trueque con el Atlético de Madrid, que a cambio traspasaría a Saúl Ñíguez, con un salario bastante más bajo y que ha perdido importancia a los ojos del Cholo Simeone. El técnico argentino se relame ante la eventualidad de recuperar a quien fue su hombre más importante antes de su rocambolesco fichaje por la entidad catalana.

El Barça debería hacer más encajes financieros (salidas de jugadores), porque además tiene que cuadrar los cuatro fichajes de este curso, Agüero, Depay, Emerson y Eric García.