“Este 2021 ha sido un año muy bueno. A nivel de estadísticas, con 11.830 asistentes, no hemos llegado ni por asomo a las cifras de 2019 cuando nos visitaron 17.000 personas pero ha sido un año positivo. Por momentos, hemos vuelto a saborear lo que es nuestra actividad habitual y hemos recuperado sensaciones como el murmullo de los grupos que inundaban nuestras salas”, destacaba Haizea Uribelarrea, directora del Museo de la Minería del País Vasco, quien subrayó que 2021 “ha sido un año con muchos dientes de sierra por culpa de la pandemia que se ha dejado sentir especialmente en torno al levantamiento de la alarma sanitaria”.
Así los meses de marzo y abril en plena alarma y restricciones de movilidad territorial el número de visitantes, 1.220 y 1.349 respectivamente, se situaron como los referentes de la mejoría hasta que, tras el levantamiento de la alarma en mayo y el descenso progresivo entre junio y septiembre por las vacaciones, la recuperación fue notoria en octubre con 1.443 visitas, 1.445 en noviembre y 1.645 en diciembre. “Aquí se nota la incorporación de los centros escolares si bien algunas actividades para este sector tuvieron que ser suspendidas”, matizó Uribelarrea.
El pasado ejercicio estuvo marcado, no obstante, por varios hitos que pasarán a los anales de este espacio dedicado a proteger y difundir la historia de la minería vasca. Uno de ellos tuvo como protagonista a Carmelo Uriarte, cabeza visible de aquel grupo de voluntarios -como el fallecido Pepe Almajano- que hace 35 años crearon la asociación Museo Minero y de cuyo empeño personal se logró culminar con la reedición de la novela El IntrusoUna obra que tuvo su réplica en lectura fácil y que tan feliz habrá hecho al finado Iñaki Cornejo, miembro de la Fundación del Museo y perenne luchador por crear un museo plenamente inclusivo. Un deseo que se plasmará en el desarrollo del futuro Parque Cultural de la Minería, presentado en diciembre, que musealizará el exterior del espacio incluyendo una línea de baldes o la bocamina de Peñusko Mendiola.