Otxomaio. Día grande de las fiestas patronales de Orduña y dedicado a mostrar devoción a la patrona, la Virgen de La Antigua. Una jornada cargada de tradiciones y simbolismos y marcada en rojo para los vecinos y oriundos de la ciudad. Y ayer miércoles, además, tuvo el honor de contar con la presencia del lehendakari, Iñigo Urkullu, la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe, y la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, además de las consejeras en funciones Olatz Garamendi y Nerea Melgosa.

Urkullu, en el salón de plenos, firmando en el libro de honor. Borja Guerrero

Como anfitrión actuó el alcalde, Iker Santocildes, en nombre de toda la corporación municipal. En torno a las 10.00 horas, en los aledaños de la Casa Consistorial, fue recibiendo, uno a uno, a todas las autoridades invitadas hasta la llegada de Urkullu a quien, allí mismo, hizo entrega de una makila después de fundirse en un amistoso abrazo. El siguiente destino fue el salón de plenos donde el lehendakari escribió unas palabras y firmó en el libro de honor de la ciudad, no sin antes saludar a los presentes, entre ellos, a los integrantes más veteranos del Txarlazo Mendi Taldea, club de montaña designado este año como pregonero de los Otxomaio en reconocimiento a sus 60 años de trayectoria e historia.

Pasacalles y misa

Tras el acto de recepción a las autoridades, y la entrega del pañuelico rojo festivo a cada uno, Orduña se preparó para vivir con la tradición del día de 8 mayo. De nuevo en los aledaños de la Casa Consistorial, una comitiva encabezada por la Banda de Clarines, maceros y la concejala más joven portando el pendón de la ciudad, dio inicio al pasacalles hasta el santuario de la Virgen de La Antigua para cumplir con la costumbre de renovación de los votos ante la imagen de la patrona en la misa de honor de las 11.00 horas. Detrás de ellos, el alcalde Iker Santocildes con Urkullu, Etxanobe y Otadui, la corporación municipal y los alcaldes pedáneos de la Junta de Ruzabal.

Numerosos fieles y devotos, no solo residentes de Orduña sino procedentes de toda la comarca, acudieron también al oficio religioso que se cierra, ya en el exterior del templo, con el baile de un aurresku ante las autoridades, el cura y los feligreses. El buen tiempo, además, acompañó durante toda la jornada y la ciudad de Orduña pudo vivir plenamente su jornada grande.