Una investigación sobre la maternidad, la búsqueda de la felicidad y la reivindicación de la esperanza ante un futuro incierto confluyen en Mi madre también quiso ser pez, la nueva obra teatral de la compañía La Brecha, comandada por la ermuarra Paula Prol, el getxoztarra Albar Cirarda y la durangarra Maialen Marín. El estreno será el viernes 3 de mayo en Ermua Antzokia y un día después recalará en San Agustin Kultur Gunea de Durango.

Mi madre también quiso ser pez es un viaje desde la ternura, la nostalgia, el hastío, la fiesta y la brutalidad. Una reivindicación de la esperanza que se cuenta a través del conflicto de ser madre o no en este mundo “que se nos va a la mierda”. “La obra nace como Trabajo de Fin de Grado (TFG) de Arte Dramático. Tenía una inquietud personal en cuanto a la maternidad, porque algunas compañeras ya eran madres y yo estaba en un momento personal triste, decadente, negativa y pensaba que me encantaría ser madre, pero a la vez me preocupaba el presente y sobre todo el futuro que le podía dejar; pensar que puede sufrir como yo”, reflexiona Paula Prol.

Desde este pasado lunes ensayan en San Agustin. O. B.

Y lo que comenzó hace un par de años siendo una pieza breve en forma de monólogo cambió radicalmente. “Presenté el texto a la convocatoria de ayudas de creación cultural del Gobierno vasco y me concedieron la subvención para seguir profundizando en este proyecto. Ahora, la obra ha cambiado tanto que no hay ni un solo texto de aquel TFG”, añade la joven directora y actriz de 27 años.

En la función, de 75 minutos de duración, las protagonistas son dos amigas, Maialen y Paula –sin complicarse con nombres ficticios– y una de ellas (Paula) acaba de ser madre. En una habitación repleta de cuadros y un lienzo en blanco que esconde un porqué, ambas mantendrán una conversación muy profunda y llena de reflexiones. “Paula se pregunta qué hacer ahora que es madre y no quiere serlo. Maialen en cambio tiene claro su deseo de ser madre, pero decide cortarlo de raíz porque no tiene esperanzas de poder darle futuro mejor. Dicho así puede parecer un dramón fatalista, pero es una tragicomedia, una obra muy fresca con música, proyecciones y con interacción con el público”, argumentan mientras afinan cada escena, bajo la atenta mirada de Albar Cirarda quien a sus 26 años codirige la obra y se ocupa de las proyecciones. “Desde pequeño me ha apasionado todo el mundo de la creación y el teatro es un lugar en el que me siento muy cómodo; es un espacio de creación sin límites. Lo que estamos haciendo es algo muy bonito, algo que está muy vivo y estoy con muchas ganas de verlo todo montado”, comenta en la recta final de la puesta en escena.

Últimos ensayos

A pocos días del esperado estreno, los tres jóvenes actores que se conocieron durante el grado de enseñanzas artísticas superiores de arte dramático en Dantzerti, gestionan como pueden las emociones. “En mi caso estoy muy nerviosa y hasta duermo mal. Me impone mucho actuar en casa y estar delante de gente conocida, pero creo que es una ocasión única que no se cuándo se va a volver repetir”, reconoce ilusionada la durangarra Maialen Marín quien, a sus 31 años, compagina su faceta como actriz con su trabajo como traductora.

Y es que, vivir del teatro es algo de momento que no se lo pueden permitir. “Somos una compañía emergente y sabemos que hay que tocar muchas puertas, a muchos teatros y programadores y no es fácil, pero como todo en la vida; estamos muy agradecidos por lo que hemos conseguido y haremos todo lo posible para conseguir algo más y para intentar transmitir a la juventud todo lo que aporta el teatro”, apuntan confiados en sus posibilidades.

Así, el 3 de mayo a las 20.30 horas en Ermua Antzokia y el día 4 a las 19.00 horas en el Teatro San Agustin de Durango tendrán la oportunidad de dar a conocer el fruto del trabajo realizado cada día desde el pasado mes de enero. Con las ideas claras, los jóvenes intérpretes seguirán disfrutando de la vida y de los escenarios. Lo harán sin olvidar que “el teatro es un juego”.

Se abre el telón y aparecen dos amigas con un bebé. Es hora de jugar y reivindicar la esperanza. Se cierra el telón.